ANTONIO SEGURA

PINTOR RIOJANO EN LA CORTE DE FELIPE II

 

En el corazón de La Vera, a tan solo dos kilómetros de la localidad cacereña de Cuacos, un majestuoso complejo arquitectónico atrae para sí la mirada del turista. Un paraje acogedor, bañado por el agua de los pequeños arroyos que nacen en la cercana sierra de Tormantos, envuelve el Real Monasterio de San Jerónimo de Yuste.  

            El viajero que accede a este recoleto lugar, sabe que en la casa-palacio anexa al convento pasó sus últimos días nuestro Emperador Carlos I de España y V de Alemania, lejos del obligado bullicio de antaño, cuando los asuntos de estado le hacían establecer sus reales en todos los escenarios europeos.

             La presencia del monarca se palpa en las dependencias de lo que fue su última morada.

            Unos gigantescos eucaliptus, que le fueron traídos desde Oceanía, nos dan la bienvenida aromatizando la mística atmósfera del recinto.

            La austera habitación que hacía las veces de dormitorio, posee una abertura en una de sus paredes, a modo de ventana, a través de la cual el Emperador podía seguir la Santa Misa desde su lecho.

            Si nos asomamos  a dicha ventana, podemos  contemplar un magnífico y original retablo mayor que preside la iglesia del monasterio formada por  una sola nave, cubierta de bóveda estrellada.

           

            Este retablo mayor fue realizado por Antonio Segura, sobre traza de Juan de Herrera, y se adapta perfectamente al testero del ábside poligonal del templo.  Se trata de un hermoso conjunto de pintura y escultura en madera dorada, estofada y policromada, formado por  dos pares de columnas corintias que enmarcan una copia de la célebre “Gloria” (Juicio Final) del Tiziano, pintor favorito de Carlos V. Sobre él, un frontón partido sobre el que se disponen las esculturas representativas de las cuatro Virtudes, y en el centro de este remate, aparece el escudo con las armas del Emperador.

            Fue el propio Carlos V quien en su testamento, redactado en 9 de septiembre de 1558, unos días antes de su fallecimiento, estableció: “…Ytem ordeno y es mi voluntad que si mi enterramiento hubiere de ser en este monesterio, se haga en el altar mayor de la iglesia…y conforme a las figuras de una pintura mia del Juycio Final de mano de Tiziano…un retablo de pinzel de manera que parecerá al Rey, mi hijo, y así se lo ruego y encargo.”

           

            Pero, ¿Quién fue éste Antonio Segura?

            A pesar de la gran documentación generada por el retablo de Yuste, poco sabemos de su autor material. Ignoramos su formación técnica, su origen social, y no tenemos noticias suyas anteriores a su llegada a San Lorenzo del Escorial.

            Sin embargo, en un documento de 19 de junio de 1580, se puede leer: “ Lo que se asienta y concierta entre Martín de Gaztelu, Secretario de su Magestad, por su mandato, de vna parte, y Antonio de Segura, pintor, natural de San Millán de la Cogolla, en la Rioxa, de la otra, sobre un retrato de madera de pinzel que el dicho Segura a de hazer del Juicio Final e conforme a una pintura de Tiziano questa en el Monesterio de Sant Lorenço el Real, para la capilla mayor del monesterio de Sant Gerónimo de Yuste…”

           

            En el Libro de Bautizos de la parroquia de San Millán no figura su nombre, lo cual no es extraño habida cuenta de la antigüedad y de su estado de conservación.

            También sabemos que lo principal del retablo se hizo en El Escorial habilitándose al efecto un local para que Segura estableciese su taller. En la primavera de 1582, Segura recibió una cantidad a cuenta para hacer frente a los gastos de transporte: nada menos que once carros de mulas para transportar las piezas del retablo alojadas en cajones de madera. Consta documentalmente que al llegar a las orillas del río Tiétar, las mulas fueron sustituidas por carretas de bueyes, debido a lo accidentado del terreno: “En diez de março, en el dicho pagador al dicho Antonio de Segura, pintor, residente en esta fabrica, seis mil y treinta y un reales, que montan doscientos y cinco mil y cincuenta y quatro maravedís…que le están librados por diez y siete libranças de buena quenta…”

 

            La vinculación a la Casa Real está documentada al menos desde 1583. En 1591, Antonio Segura  obtiene el puesto de aparejador de las obras del Palacio de Aranjuez, aparejador del Alcázar madrileño, de las casas reales de El Pardo y el Campo, estando obligado a residir en la Corte.

            Antonio Segura muere en el año 1605 y el rey Felipe III le concedió a su viuda, María de Yébana una pensión de dos reales diarios y, fallecida ésta la misma cantidad a la hija de ambos, María de Segura.

            Queda para los investigadores de la Historia, completar la biografía de este paisano nuestro, cuya principal obra embellece uno de los edificios emblemáticos de nuestro Patrimonio Nacional.

 

                                                                                                          José Manuel Gato Gil

Para saber más:

La otra historia de España”, de Jesús Ávila Granados

Carlos V.- Biografía Histórica”, de Manuel Lacarta

Bienes Culturales” Revista del Patrimonio Histórico por J.Antonio Morán

 

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