Puente de Hierro

Puente de Hierro. Foto: Fede

A don Práxedes Mateo

conocido por Sagasta

acuden los logroñeses

y una solución reclaman

que acorte del río Ebro

sus insalvables distancias,

que las últimas crecidas

el viejo puente arruinaban

y el alcalde de Logroño,

señor don Diego de Francia,

con muchísimo respeto

y adornado de sus gracias

dice al señor presidente

de los ministros de España:

“ ilustrísimo señor

de los Padres de la Patria

en Logroño no podemos

del Ebro cruzar sus aguas,

ni podemos enterrar

como es costumbre cristiana

a nuestros seres queridos

cuando a mejor vida pasan,

ni podemos acudir

Carretera de Navarra

a cultivar nuestras tierras

ni cruzar la muga de Alava,

que el viejo Puente de Piedra

con torres y con muralla

se ha perdido para siempre

en el hondón de las aguas…

…Ay, señor paisano nuestro

de las tierras cameranas,

si supiera de verdad

de nuestros males la causa,

que ha habido noventa muertos

al cruzar con la barcaza

de una a otra parte del río

la milicia con su banda

Regimiento Infantería

veintitrés se le nombraba,

 el día uno de Septiembre,

que tal otro no lo haya,

año de mil ochocientos

ochenta, hora más bien tarda,

solicitamos de veras

con la fuerza de nuestra alma

haga el favor de mandar

un puente de nueva planta”,

( cual si fuera tan sencillo

como quien manda una carta,

letra que va por el aire,

letra que acude en volandas,

de profunda como era

que a su corazón alcanza

y  a la obra que se ponían

y día y noche trabajan

para conseguir lo que

Puente de Sagasta llaman ).

   En año y medio terminan,

año y medio que no es nada

de hacer semejante puente

y el día de la Esperanza,

presente todo Logroño

nuevo puente inauguraban

la Maquinista Terrestre

y Marítima de Barna

la empresa que lo construye,

la empresa que lo remata

en un millón de pesetas

que por poco nos costaba

hacer tan grande estructura

de vigas que se remachan

soportado todo ello

por veinte enormes pilastras

llenas de piedras sillares

de forma redondeada

todas ellas recubiertas

que parecen abrigadas

por traje a medida hecho

de gruesas y enormes chapas.

   Con trescientos treinta metros

que de una a otra orilla alcanza

tenía entonces y tiene

una muy grande importancia

y a esta ciudad la sacó

de su remota ignorancia

llevándola hacia el progreso

como nunca lo alcanzara

atrayendo hacia su orilla

a bodegas centenarias,

al Matadero de Cerda

que Luis Barrón proyectara

aunando ya para siempre

a carreteras aisladas

que son las que comunican

con Vitoria por Laguardia,

lo mismo que la que va

a Pamplona como a Viana

y sin menospreciar la

carretera de Mendavia.

Ha sido también testigo

de numerosas desgracias

aunque es mejor que lo cuente

él mismo con su  misma alma:

“ en el año cuarenta y uno

 tras de la Guerra de España

unos desalmados jóvenes

la testa decapitaban

de don Práxedes Mateo

que a mis espaldas estaba

olvidado por su pueblo

al que tanto apadrinara

y  la tiraron al Ebro

desde una de mis manguardias

y esa imagen memorable

la guardo yo entre las aguas

por eso dice esta ciudad,

 lo dice  hasta decir basta

y lo dice la corriente,

lo dice con voz bien clara:

diez obras tiene Logroño

que no caben en el mapa,

Puentes de Hierro y de Piedra,

Instituto de Enseñanza,

Escuela de Artes y Oficios,

De Tabacos, su Compaña

que a cuatrocientas mujeres

entonces trabajo daba,

 Cuarteles de Infantería,

 Caballería montada

y de la Misericordia

su Beneficencia Casa,

el Hospital Provincial

y la Traída de Aguas “

y por eso esta ciudad

de por vida condenada

a recitar esta historia

mientras baje el río agua,

porque jamás aprendemos

de las acciones pasadas

que cuando el año dos mil,

¡ qué decir! de justa infamia,

que a pocos metros de aquí

y sobre estas mismas aguas

mi hermano el Puente de Piedra

hay que ver cómo lloraba

cuando le abrieron por dentro

y las entrañas quitaban

con su puente y su castillo

sus torres y hasta su alma,

señales de identidad

de Logroño más preciadas,

son las que lleva el escudo

que hay que ver cómo sangraba,

tan dañado se quedó

que no articula palabra.

Por eso dice la Historia

y eso lo repite el agua

de repetir cuantas veces,

cuantas veces haga falta

que cuanto tiene Logroño

lo debemos a Sagasta.

        

      Julio Arnaiz

 Puente de Hierro. Foto: Fede

 

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