LA HOSPITALIDAD JACOBEA EN LA RIOJA

Placa del Albergue de Azofra. Foto: Ángel Urbina

2010, un buen año para hablar del Camino de Santiago y, en él, de la hospitalidad que se práctica hacia los peregrinos en nuestra Región.

Este año, como todos en los que coincide la fiesta del Apóstol –25 de julio– en domingo, se considera Año Santo. Como viene siendo habitual desde 1122, fecha en la que el Papa Calixto II consideró esta coincidencia como momento para celebrar el jubileo, el número de peregrinos que se ponen en camino hacia Compostela se dispara.

Si en los últimos años santos de 1993, 1999 y 2004 los peregrinos que sellaron su credencial en Santiago de Compostela fueron 99.436, 154.613 y 179.944 respectivamente, para el año actual (el siguiente no será hasta el 2021) se espera que superen los 200.000.

Pues bien, cuántos de ellos cruzarán el Ebro por el puente de Piedra de Logroño, visitarán la capital riojana e incluso serán acogidos en albergues, pensiones y hoteles de esta ciudad. Cuántos recorrerán el trayecto que les llevarán al límite con Castilla, pasado Grañón. Cuántos disfrutarán con los variados paisajes de La Rioja Alta, y el arte y la historia que encierran Navarrete, Ventosa, Nájera, Azofra, Santo Domingo de la Calzada y la misma localidad de Grañón. Y, por último, qué recuerdo se llevarán de los riojanos esos miles de peregrinos que atravesarán nuestra Comunidad. ¿Querrán volver tras finalizar su experiencia jacobea? No hay que olvidar que cada peregrino transporta, además de mochilas bien repletas, los recuerdos de las ciudades que va dejando a su espalda, y que son, precisamente, esas vivencias las que trasmite a los demás y las que le podrán hacer volver hacia aquel lugar donde se sintió a gusto.

No vamos a hablar en esta ocasión de la imagen de unos cascos antiguos no del todo rehabilitados, cuando no ruinosos; ni de una señalización, no siempre correcta; ni de unas iglesias, la mayor parte del tiempo cerradas. Vamos a centrarnos en la hospitalidad que esos peregrinos podrán recibir en cada una de las localidades, a su paso por La Rioja.

Se dice en los manuales al uso que los peregrinos de tiempos pasados buscaban en la hospitalidad “techo y fuego”. Es decir, un lugar cubierto donde dormir y un fogón donde calentarse y cocinar. Claro está, que si esa demanda iba acompañada de “raciones alimenticias”, mejor que mejor. Hoy todo ello está al alcance de los caminantes; nuestra sociedad pone ante ellos centros hoteleros y hosteleros de variada gama –con pocas o muchas estrellas, con uno o con varios tenedores– y con tradicionales tiendas de ultramarinos así como con grandes áreas comerciales donde poder adquirir todo lo necesario para alimentarse, vestirse y hospedarse.

Incluso la “asistencia sanitaria” antaño muy demandada, pues hay que recordar que muchos peregrinos realizaban su largo viaje buscando los poderes curativos extraordinarios que se reconocían al apóstol Santiago, era practicada en pequeños y rudimentarios hospitales y lazaretos bajo la advocación de San Lázaro, San Antón o la Magdalena y que hoy se recibe de manera fácil y universal, en ambulatorios, clínicas y hospitales que se reparten a lo largo del Camino.

Por último, hemos de hacer notar la asistencia espiritual ofrecida a los peregrinos a lo largo de la ruta jacobea. Con el paso del tiempo, el Camino de Santiago se convirtió en un espacio sagrado, jalonado de monasterios, iglesias, ermitas y capillas con sus reliquias de santos e imágenes milagrosas de visita obligada. Hoy existe una menor demanda por parte de los peregrinos, a lo que se une un cierto desinterés por parte de algún sector del clero riojano en dejar abiertas las puertas de los templos.

Albergue de Nájera. Foto: Ángel UrbinaBien, pero como ni todo es negro ni todo blanco, pongo a disposición de los lectores la red de hospitalidad que el peregrino encontrará a su paso por La Rioja –salvo error u omisión, como se dice–, durante este Año Santo de 2010.

Centrándome sólo en el llamado Camino Francés (en otra ocasión se escribirá sobre el Camino del Ebro), Logroño ofrecerá una amplia red de hoteles, hostales y pensiones para acoger a los peregrinos; así como dos albergues dedicados en exclusividad para ellos. Uno, de propiedad municipal, y regentado hasta fechas recientes por la Asociación de Amigos del Camino en La Rioja, donde por unos cuantos euros se le ofrecerá la posibilidad de pernoctar y prepararse la cena y el desayuno en su flamante cocina; y otro, situado en los salones parroquiales de la iglesia de Santiago el Real, donde, sin pago alguno, además de ofrecerle lugar de descanso, se le invitará a compartir una cena comunitaria y un tiempo de reflexión en el propio templo.

Ya en Navarrete, después de dejar atrás las ruinas del que fue hospital medieval de peregrinos de San Juan de Acre, el caminante podrá descansar en esta localidad en un albergue de propiedad municipal, previo pago de los correspondientes euros, o en otros albergues privados, hostales e incluso en el hotel del antiguo colegio de San Camilo. Kilómetros después, en Ventosa, la Asociación de San Saturnino le ofrecerá el albergue que ella misma gestiona después de pagar una módica cantidad por el alojamiento.

En Nájera se encuentra el segundo albergue riojano atendido por hombres y mujeres pertenecientes a la red de Hospitaleros Voluntarios dependiente de la Federación Española de Amigos del Camino de Santiago, asociación a la que curiosamente no pertenecen los “Amigos del Camino de La Rioja”. Este albergue está gestionado por la buena gente de la asociación de Amigos del Camino en Nájera y se encuentra en unas dependencias municipales cercanas al río Najerilla que sustituyeron al anterior albergue situado en el propio monasterio de Santa María la Real. Otros albergues de titularidad privada, pensiones e incluso el hotel San Fernando dan “techo y lumbre” a los peregrinos que deciden hacer parada en esta ciudad, otrora capital de un reino.

Azofra nos muestra la historia reciente de la hospitalidad en dos ejemplos: una pequeña dependencia anexa a su iglesia que fue construida como hospital de peregrinos por una asociación alemana de Amigos del Camino, quien corrió con los gastos de su rehabilitación; y el flamante y reciente albergue levantado con fondos públicos y de titularidad municipal que es gestionado desde el propio Ayuntamiento de la localidad, que es quien pone un precio a la acogida jacobea. Además de en estos albergues, el peregrino tiene la posibilidad de utilizar el Hotel Real Casona de las Amas.

Santo Domingo de la Calzada nos ofrece uno de los albergues más señeros de toda la ruta. Recién inauguradas lasAlbergue de Grañón. Foto:Ángel Urbina dependencias de su última ampliación, es capaz de dar acogida a más de cien personas. Es gestionado por la Cofradía del Santo creada por el propio Domingo hace 900 años y que tiene entre sus méritos ser la más antigua de España en cuanto a la atención a los peregrinos. Ésta recibe la ayuda de los miembros de la Red de Hospitaleros Voluntarios quienes, junto a los cofrades, prestan su tiempo y su trabajo de forma desinteresada en la acogida. La oferta hospitalera queda completada con la que prestan las benedictinas del monasterio cisterciense durante el verano, la de varias pensiones y fondas, así como por los dos Paradores Nacionales situados en la ciudad calceatense.

Para terminar, la última localidad jacobea riojana, Grañón, se enorgullece de ofrecer al peregrino un albergue de “muchas estrellas” como queda recogida en la valoración que hacen del mismo, y desde hace doce años, cientos de peregrinos. No posee la fuente relajante del de Azofra, ni las esculturas jacobeas del de Logroño, ni un río cercano donde poner a descansar los pies como el de Nájera, ni la tradición del de Santo Domingo. Pero, este albergue, conocido como “Hospital de San Juan Bautista”, se hizo por peregrinos y para los peregrinos, con el trabajo y los fondos económicos de diferentes asociaciones jacobeas, sin subvenciones de ningún tipo, sin inauguraciones suntuosas, con un amplio suelo donde dormir, con una chimenea encendida, con un espacioso césped donde echar el cuerpo a descansar, con un amplio salón donde cada noche comparten cena, vivencias y recuerdos los caminantes, y con una iglesia anexa a la que se invita cada noche a la reflexión. Y, para terminar, con una caja en la que un lema pone precio a la estancia, a la cena y al desayuno: “peregrino, deja lo que puedas o coge lo que necesites”. Ah, y al igual que el de Santiago el Real de Logroño, el albergue municipal najerino y el de la Casa del Santo en la Calzada es atendido por los Hospitaleros Voluntarios del Camino de Santiago.

                                                                                         Texto y fotos: Ángel Urbina Merino

 

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