¿ Quién es Ignacio Hidalgo de Cisneros ?

 

  Ignacio Hidalgo de Cisneros y López de Montenegro ( Vitoria, 11 de Julio de 1896-Bucarest, 1966 ), Jefe de la Aviación de la República Española, como tantos otros hubo de morir lejos del aliento y reposo de la patria que tanto defendió y amó. Militar de alto rango y pionero de la Aviación, autor de “Cambio de rumbo”, obra en dos tomitos que, por el tono sincero y de carácter marcadamente humanista, pueden considerarse como Memorias ( Editorial Laia/Colección Ebro ).

Al poco de leer por vez primera en los años 80 la obra de este personaje que nos ocupa, supe que estaba ante una persona, ante un militar aviador acreedor al más alto rango que pueda imaginarse. Y que el eco y esa huella que dejan las cosas que se quieren de veras me  guiaría siempre y a todas partes me persigue y acompaña. Y es que ese discurso narrativo que te engancha desde la primera página, según cuenta su vida, como va pasando la vida, tal cual la ve nuestro protagonista, con sus impresiones, ideas y pensamientos, hacen que estemos ante un líder natural que, sin embargo, nunca pretendió otra cosa sino no ser nada, pese a tener sobrados motivos para serlo todo

 

Y a fe que  consiguió alcanzar la cima del éxito de una manera sencilla, eso que tenía razones y derecho para caminar por el mundo pisando alto, ( su padre, de la nobleza vasca, y por parte de madre, riojana y gran terrateniente de rancio abolengo). No como otros que, no teniendo más remedio que ser sencillos y pobres, tienen a gala esa humildad que  llaman honradez, cuando precisamente la grandeza que adquiere una persona de la talla de Ignacio es no pretender otra cosa sino disimular y hasta negar incluso la cuna que pudo elevarlo hasta la Orden de Calatrava y a lograr los más altos designios, que sólo están reservados para esos seres sublimes que “ sólo” saben pasar por la vida haciendo mucho el bien. Y que, pudiendo presumir de todo mucho, no alardean de nada, considerando una obligación moral irrenunciable darlo todo por los demás, sin pedir nada a cambio.

 

Y es que cuando te adentras en las páginas de su obra palpita sin cesar el curso de un corazón inmenso que narra los hechos tal cual ellos van ocurriendo, sin afectación, sin pretender protagonismo, sin darse importancia y eso que tuvo la suerte de gozar de las amistades más influyentes de España antes, durante y después de los sucesos de nuestra Guerra Civil. Pero Ignacio tuve siempre muy presente la imagen de sus padres, que desde muy pequeño le inculcaron esos valores que, vayas donde vayas, son como esa luminaria que guía todos sus pasos de manera certera. Y que no se equivocan jamás.

 

Por lo que afecta a nuestra Rioja y sin menoscabo de otras regiones decir que son numerosos los pueblos que nombra y que forman parte ya de su pequeña gran historia: En primer lugar, Canillas de Río Tuerto y el célebre Palacio familiar de los Manso de Zúñiga y Cidamón, pueblos ambos en donde su madre poseía grandes propiedades, Alesanco, Nájera, San Millán de la Cogolla, Haro,etc. Estamos ante las memorias de una persona original por rara y única donde las haya y, a medida que vas adentrándote en su vida, desearías no terminar nunca de conocerla, es una obra cargada de humanidad y, por más que lees y relees, no puedes dejar de leerla y, quieres con todas tus fuerzas concluir y, al mismo tiempo comenzar una y otra vez, pues no te agotas jamás.  

Para mí es algo así como esa canción de tu vida, y una vez prendidos esos sones en tu mente por nada del mundo desearías privarte de gozar de esa música tan intimista, personal y verdadera… Es la música primera de la madre que te ha dado el ser y que toda vez que ha llenado tu alma de esos compases que a todas partes van contigo sin poderlo ni quererlo remediar, se entonan al atardecer otoñal de una vida plena y auténtica, no importándote nada sino la verdad, esa que preside todos tus actos, que es tu norte y tu bandera única y  sin igual… Porque no puede olvidarse a su madre , que está presente en todo su recorrido vital y de verdad que se lo agradece cuando, en ocasiones, “ el rumbo “ de su caminar parece o puede torcerse, cuando, de pronto, aparece ella para enderezar esa trayectoria torcida o esa línea quebrada que ha estado a punto de echarlo todo a perder. Pues bien, la madre de nuestro protagonista, que había nacido en Logroño, está enterrada en Canillas de Río Tuerto .

 

    Conmueve nuestro personaje cuando narra las peripecias de otro aviador no menos renombrado, nada menos que Antoine de Saint Exupery, con quien coincide en el desierto del Sahara y con el que traba muy pronto una amistad duradera. Además, y por si fuera poco, y seguramente sin pretenderlo jamás, tuvo gran amistad con Zenobia Camprubí y el poeta Juan Ramón Jiménez (cuyo abuelo era de Nestares)  a cuya boda fueron de testigos al casarse Ignacio con Constancia de la Mora Maura , enlace que vieron los entonces Ministros Indalecio Prieto,” don Inda” y Marcelino Domingo. De igual modo, con Federico García Lorca tiene varias anécdotas propias de amistades cercanas, como también con la hija de San Millán de la Cogolla  Mª de la O Lejárraga y Gregorio Martínez Sierra.

 

La Rioja, que es pequeña de tamaño, con personajes de semejante talla como la de nuestro protagonista, acude de sopetón a esas cumbres reservadas tan sólo a los mejores en su género y este aviador de tan elevadas dotes transita tiempo ha por los lugares que la Historia guarda para siempre, tal vez a la espera de rescatar de ese semi olvido que nos distingue y al tiempo nos dice que hemos de recordar cada día. Ignoro cómo ha de hacerse, pero no tengo la más leve duda de que Ignacio ha de ser glosado cuando menos como lo fuera de la mano de Rafael Alberti, que le dedicara un soneto. Siempre decimos aquello de que nadie es profeta en su tierra y aquí tenemos nuevo ejemplo. En fin, Dios dirá…  

Julio   Arnaiz

 

 

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