AUTONOMÍA

Han pasado más de 30 años desde que se inició el movimiento popular por la autonomía de La Rioja que se materializo, posteriormente, en la aprobación del Estatuto de Autonomía en el año 1982.

Visto desde la lejanía, muchos nos preguntamos como fue posible que una región tan pequeña, provincia mejor dicho, con tan sólo 250.000 habitantes y que ni siquiera alcanza el 1% de la población de este país, consiguiera, casi desde la nada, desgajarse de la región histórica a la que había pertenecido, de un modo u otro, desde hace cientos de años, para conseguir su consideración como comunidad autónoma dentro de la nueva constitución española.

Y el asombro aumenta si nos comparamos con otras regiones, como sería el caso de León que, con un mayor peso demográfico y con un pasado como territorio histórico, el antiguo Reino de León, todavía después de tantos años sigue reivindicando separarse de Castilla y constituirse en comunidad autónoma.

¿Qué sucedió en aquellos años después de la muerte del dictador para que ocurriera semejante prodigio? Pues, seguramente, el estar en el momento adecuado, en el lugar adecuado y con la gente adecuada reivindicando algo a todas luces inadecuado.

Estar en un momento en el que el país pasaba de un régimen dictatorial a una sociedad constitucional y se producía un vacío de poder por parte del poder establecido en tanto en cuanto se asentaba el nuevo poder democrático.

Estar en un lugar que,  a pesar de no tener una conciencia histórica arraigada, venía soportando los agravios comparativos de los regímenes fiscales de las regiones vecinas, véase Álava y Navarra, mientras su población observaba como no se le permitía autogestionarse, con similares recursos naturales y humanos,  a causa del centralismo franquista.

Y con una gente que, alejada de los partidos políticos que en aquel momento monopolizaban la transición democrática, vio un espacio de libertad para reivindicar la autonomía como el instrumento más idóneo para afrontar el futuro de su tierra y salir de su atraso como provincia castellana.

Con la mezcla de estos ingredientes, añadidos a una buena dosis de suerte o de milagro, según las creencias de cada cual, junto con la necesaria conjunción de los astros, La Rioja consiguió en su momento algo que, posiblemente, hoy día seria imposible alcanzar: ser una comunidad autónoma, y despegar hacia su futuro con un resultado, pasados 25 años, del que todos los riojanos y riojanas podemos estar orgullosos.

Rafael Fernández Aldana

Miembro del desaparecido Colectivo Riojano.

VOLVER