Durante
los días 7 y 8 del pasado mes de octubre se celebraron las II Jornadas
Culturales de Herramélluri. Un año después de que en la edición anterior
se conmemorara el centenario del descubrimiento de su Venus, el evento
volvió a animar un fin de semana otoñal en el que se congregaron vecinos y
naturales de la villa, junto a numerosos visitantes, con la mirada puesta
en el cerro del Piquillo, emplazamiento de la antigua ciudad de Libia.
En esta ocasión, de la mano de los arqueólogos Carmen
Alonso y Javier Jiménez, descubrimos que el viejo camino de los romanos,
como era conocido popularmente, no es otra cosa que un tramo de la antigua vía
que unía Tarraco, la actual Tarragona y Legio VII, hoy León, y
tenía parada y fonda en Libia. Este camino, de dos mil años de
antigüedad, fue el mejor de la jurisdicción de Herramélluri hasta que
surgieron los creados por la concentración parcelaria y, como recuerda el
actual alcalde, Rafael Ranedo, era el único que soportaba el paso de los
primeros tractores y les permitía meter la directa.
Siguiendo la vía romana, llegó también a Herramélluri,
desde la cuenca media del Ebro, el profesor Francisco Burillo, que nos habló
del Proyecto Segeda, con el que se ha iniciado el estudio y puesta en
valor de los restos de esta ciudad celtibérica que se levantó en armas contra
Roma en el año 153 a. E. Dicha iniciativa trata, no sólo de satisfacer el
interés de los investigadores, sino, sobre todo, de contribuir a la
revitalización de los dos pequeños pueblos zaragozanos afectados: Mara y
Belmonte de Gracián. Es un claro ejemplo que cómo la adecuada gestión del
patrimonio histórico puede convertirlo en un recurso que contribuya al
desarrollo sostenible de nuestras áreas rurales.
Por la tarde, llegó el momento de evocar el pasado de los
libienses gracias al teatro de calle que, con dirección de Julio
Bartolomé, y la entusiasta colaboración de niños y jóvenes, recreó las
andanzas de Nerso y sus amigos, un grupo de mocetes berones que se
enfrentan a los cambios originados por la llegada de las tropas romanas a su
territorio. Todo terminó felizmente, recuperando Herramélluri el espíritu de
la hospitalidad de Libia que se concretó en la entrega de una tésera
simbólica a un apreciado vecino de Leiva.
Al día siguiente, tropas venidas desde Calagurris
Iulia Nassica, la cohorte del Paso Viviente, tomaron las calles de
Herramélluri, aunque, ante la respuesta cívica, no pudieron impedir que se
desarrollase el mercadillo popular. Hubo otros que, frente al estruendo de las
fanfarrias, prefirieron refugiarse en la iglesia de San Esteban y disfrutar
del rasgueo de la guitarra de Carlos Blanco y oír hablar, quizás por primera
vez, de la vida y obra del concertista y músico riojano Francisco Calleja.
El sol tibio del mediodía acompañó el cierre de las
Jornadas y animó la confraternización en la plaza, sobre todo, en torno al
improvisado chiringuito. Con estos antecedentes parece claro que estas no
serán las últimas; de hecho, ya estamos pensando en la III edición que, con la
colaboración de todos, volverá a ser un éxito.