Herramélluri: Venus y Amistad |
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Han transcurrido cien años desde que un labrador descubriera una pequeña estatuilla de bronce que, bautizada como Venus de Herramélluri, es considerada hoy como una de las piezas más representativas de la arqueología romana en La Rioja. Con motivo de esta efeméride, durante los días 7, 8 y 9 de octubre, se celebraron las I Jornadas Culturales de Herramélluri, evento organizado por su Ayuntamiento, el Instituto de Estudios Riojanos, la Asociación Socio-Cultural Ciudad de Libia, la Asociación Venus y el Museo de La Rioja. El programa de actos incluía conferencias, exposiciones, teatro de calle; pero, lo más importante es que concitó la participación de los habitantes de Herramélluri y de muchas personas oriundas de la villa que hoy viven en distintos puntos de España. Gracias a ellos, durante estos días de otoño el pueblo recuperó la animación propia de las grandes ocasiones, y todos los visitantes fuimos cálidamente acogidos. Sólo por esto, la evocación de la Historia había demostrado su utilidad y justificaba que las Jornadas Culturales tuvieran continuidad en años sucesivos. Pero, aún había más. Llegamos a Herramélluri convocados por Venus y pudimos escuchar las explicaciones acerca del gran valor histórico de la figurilla descubierta un siglo atrás, y cómo, representaba a una divinidad que, aunque en sus orígenes carecía de rostro, con el tiempo, se convertiría en paradigma de la belleza femenina. También nos recordaron que, hasta su descubrimiento, Venus no estaba sola bajo los campos de Herramélluri. El cereal, las patatas y las legumbres hunden sus raíces en la tierra acumulada sobre los restos de la ciudad de Libia, una de las más importantes de La Rioja en la Antigüedad. Los agricultores lo saben bien porque, desde tiempo inmemorial, durante las tareas de labranza, veían aflorar restos de construcciones, cerámicas, metales, huesos, en el Piquillo, en la Serna, en el Palo... Corresponden, sin duda, a un gran yacimiento arqueológico que está esperando su oportunidad de ser protegido, estudiado y divulgado; un lugar que, con una planificación adecuada y el apoyo sostenido de las administraciones, podría proporcionarnos muchas satisfacciones, tanto por los conocimientos que se derivarían de los trabajos arqueológicos, como por la posibilidad de que, a largo plazo, se convirtiera en un polo de atracción cultural que contribuiría a revitalizar esta comarca. Mientras tanto, en la calle, se producía un viaje en el tiempo. Berones y romanos volvían a recorrer estos pagos y un césar redivivo se encontraba con el profesor Marcos Pous, quien dirigiera entre 1966 y 1971 las únicas excavaciones arqueológicas realizadas hasta la fecha en Libia. Poco antes, había recordado sus vivencias en el pueblo, ilustradas con una presentación en la que se reconocieron muchos de los asistentes. Eran tiempos de cambio. Con la Arqueología llegaron el agua corriente, la electricidad y los periodistas. Sin embargo, aquel esfuerzo resultó efímero. Herramélluri fue perdiendo población, las catas volvieron a cubrirse, y la regularidad de los renques ha ocultado hasta hoy cualquier indicio de la ciudad antigua. Con todo, el tiempo transcurrido desde entonces no ha sido suficiente como para que el susurro de la Historia haya caído en el olvido. Así lo demuestra la celebración de estas Jornadas, en las que todos han manifestado su deseo de levantar el velo que oscurece nuestra memoria colectiva; un velo de tierra que oculta objetos, huellas de acciones e intenciones de nuestros ancestros. Algunas tan difíciles de aprehender como la amistad, un concepto, tan universal, como caro de sustanciar, que los antiguos libienses, según indican las pequeñas téseras de bronce descubiertas en la provincia de Cuenca, elevaron a la categoría de práctica política. Pedro Álvarez Clavijo |
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