Hermanamientos

 

No tengo actualizado el dato, pero creo que el número de ciudades hermanadas con Logroño -o en trance de serlo-, supera posiblemente la docena. No tardando, nuestra ciudad podrá lucir con todo derecho en la entrada de sus vías principales un bonito letrero que diga "Logroño, ciudad fraternal". no obstante no tengo claro que esta proliferación de lazos fraternos hacia todos los puntos cardinales pueda crecer y crecer, sin marcarse un techo. Llegará un momento -digo yo- en que esa versión municipal de la fraternidad universal comience a desnaturalizarse por la vía del exceso. Para ilustrar esta idea, los economistas citan la ley de la "utilidad marginal decreciente" (más o menos, que cuando tienes una corbata ésta te es útil hasta dejarlo de sobra; pero que cuando tienes cincuenta corbatas, cada una de ellas apenas te renta utilidad alguna).Pues eso. Pienso que con una, dos o tres ciudades hermanas los lazos con cada una de ellas serán, con seguridad, intensos, operativos y cordiales. A medida que el número crezca, cada vínculo concreto perderá intensidad. Y cuando el número de hermanamientos supere el tope de lo razonable cada hermanamiento consistirá, a lo sumo, en algún que otro sarao entre concejales de los consistorios concernidos. Temo que algo de eso ya está pasando. ¿Qué se hizo de las intensas convivencias e intercambios de antaño con las pioneras ciudades hermanas de Dax y Libourne, por ejemplo?

Estos días es noticia precisamente la formalización del hermanamiento con Darmastadt que está teniendo lugar en aquella ciudad alemana. Mientras el alcalde logroñés y los portavoces municipales festejan a nuestra nueva hermana teutona, yo, en uno de mis paseos urbanos de inspiración facultativa, acabo de descubrir -no sin cierto sobresalto- la materialización logroñesa de esta última manifestación fraterna entre ciudades. Se trata de un objeto metálico de difícil clasificación que ha sido "plantado" en un pequeño praderío de la zona de "Cuarteles" y que ha suscitado mi curiosidad y un punto de inquietud. Monumento de la Torre de Damstadt - Foto: FedeNo se trata de lo que entendemos generalmente por mobiliario urbano, porque no oferta servicio alguno al ciudadano (ni da información útil, ni ofrece descanso al paseante, ni posibilita la satisfacción de necesidades básicas que pueden sobrevenir en la calle). Pero tampoco es escultura -en el sentido que se le otorga a esta forma de expresión artística-, ya que no comporta creatividad alguna (toda vez que se trata de la reproducción a escala de una torre que al parecer existe en Darmstadt, que, por las trazas, parece rescatada de los decorados de "Metrópolis"). Está claro que tampoco es arquitectura, ya que las proporciones y las escalas del objeto que comento, así como sus nulas prestaciones, lo alejan obviamente de esta categoría. Se aproximaría más, en todo caso, a la idea de maqueta arquitectónica, si bien no es practicable ni suministra (como hacen aquellas) datos e informaciones sobre planos, alzados y divisiones espaciales del edificio reproducido. Finalmente tampoco es bibelot o souvenir (si bien se acercaría a esta clasificación de haber sido un pelín más portátil y amable). La R.A.E., en fin, para definir un objeto de estas características, dispone del vocablo "armatoste" (objeto grande y de poca utilidad). Pero, por si este término pudiera suscitar alguna reticencia o dar lugar a interpretaciones peyorativas, yo (prudentemente) me reafirmo de momento en la definición provisional que apunté al inicio -"Objeto urbano de difícil clasificación"-.

No puedo, sin embargo, dejar de preguntarme con cierta alarma si futuros hermanamientos logroñeses potenciales con ciudades pertrechadas de torres o edificios altos con valor emblemático, seguirán incrementando en nuestro espacio urbano la nómina de objetos in encasillables y verticales que suplanten a las verdaderas obras de arte escultóricas, de tan deficitaria presencia en nuestras calles (Aquí una torre Eiffel, tamaño farola. Más allá el neoyorquino edificio de la Chrysler compitiendo en altura con el "Sagasta" de los jardines del Instituto. Al fondo un alminar damasceno cuyo minarete nos llegue a la altura del codo y nos sirva para apoyar la sexta birra o el cuarto cubata en las altas horas de los viernes. . . ¿Cabría ya empezar a hablar a esas alturas de la irrupción imparable de lo "kitsch"?

Pero, aún así, vale la pena hacer un esfuerzo de comprensión y hallar una clasificación honorable para nuestro misterioso "objeto urbano". El recurso a la metáfora, por ejemplo, no por socorrido deja de ser eficaz ¿No hay paralelismos o afinidades entre los distintos ordenes de la naturaleza, el mineral, el vegetal y el animal? No parece descabellado, entonces, pedirle prestado un término al reino vegetal y avanzar para este pedazo de bronce con forma de torre enanizada, la calificación de "Bonsái arquitectónico" ¡¿Cabe acaso una clasificación más precisa del artefacto en cuestión?!

Algo hemos adelantado, no crean. La irrupción del "bonsái arquitectónico" como objeto urbano normalizado abre vías a su uso cotidiano con fines más rentables para el común de las gentes que el mero alivio de las urgencias mingitorias que puedan apremiar a los canes machos de la vecindad. También nos libera de rígidas sujeciones a un único modelo de arquitectura enana y vertical. Al igual que sus referentes vegetales, estos bonsáis metálicos y constructivistas podrán asumir tipologías y estilos tan variados como las infinitas expresiones del arte de la arquitectura (de la que se nutren).

¿Que a dónde quiero llegar? Sigan ustedes leyendo:

Hay en marcha en la capital riojana un ambicioso empeño municipal que suscita mi admiración desde ya hace algún tiempo. Es el proyecto -en fase avanzada de ejecución- de lo que denominaré "sellado sur" de la ciudad de Logroño. Obra digna de faraones, gracias a ella hoy ya nos es posible pasmarnos ante esa inmensa zanja-trinchera de varios kilómetros de longitud hacia el este, que cercena -como hachazo de gigante- cualquier intento de desarrollo de la ciudad de Logroño hacia el sureste. Gran brecha en el territorio que, de saque, suscita la idea de un gigantesco foso defensivo infestado de turismos en su lecho (lanzados amenazadoramente a ciento veinte por hora), en lugar de los consabidos cocodrilos.

Mañana nos será posible disfrutar del espectáculo de una hiperbarricada de tres metros de altura (o más), que penetra nuestro tejido urbano como certera estocada que nos haya sido asestada unos dos kilómetros al oeste del eje central de la ciudad. Barricada que, al contrario que todas sus congéneres de la historia, no habrá sido levantada contra el poder sino . . . ¡por el poder precisamente! (¡para que te jodas!) Barricada, en fin (o bunker-longaniza ¿qué más da?) que, en la mejor tradición defensiva y castrense, será velada por un oportuno camuflaje a base de jardinería y floresta.

Esta secuencia (bunker-barricada, al oeste, seguido al este por el gran foso-trinchera) evita la monotonía de otros grandes baluartes defensivos (Ávila, Lugo...¡tan aburridos!) y convierte el sur de nuestra ciudad en un ameno catálogo de distintos repertorios de sellamiento urbano.

Sin embargo (la perfección -ya se sabe- no existe) ese cerramiento Logroño-sur resulta espectacular y aparatoso (justo lo que se pretendía) ¡Pero no es completo!. Un maldito corredor a ras de suelo discurre por el hueco que queda entre el final del bunker y el arranque de la trinchera, justo en el hueco resultante del derribo del antiguo Las Gaunas. Nuestro "Sigfrido-Maginot a la riojana" queda invalidado y permeabilizado por ese tramito de nada . . .

Y es aquí donde surgen de nuevo las ventajas de nuestro invento del "bonsai-arquitectura". Y por la vía, además, del consabido hermanamiento entre ciudades. Urge, eso sí, que nuestro consistorio abra un nuevo frente fraterno. Esta vez tendría que ser con alguna ciudad legendaria del extremo oriente; alguna antigua corte de Mandarines. Se retomaría el estilo Darmstadt. Por tanto se inmortalizaría el hermanamiento mediante un nuevo bonsái-arquitectura. ¡Un tramo de la muralla china reproducido a escala, por ejemplo! (la muralla china, por más que merme, es sabido que cunde mucho) Se encaja finalmente el bonsái-muralla en el boquete de las antiguas Gaunas y....¡ya está! ¡Por fin el sellado total de Logroño-sur!

Inevitablemente surgirán los aguafiestas de turno preguntando que "para qué sirve", ¡Y qué más da! ¡Ya se le irán viendo utilidades!.

¿Quién nos dice que el día de mañana no parará una invasión de sorianos, motivada por una de esas explosiones demográficas a que nos tienen acostumbrados? ¿O que, no tardando, pueda impedir que Lardero (imparable en su crecimiento), no termine por anexionarse Logroño?

Y, sobre todo. Ya nadie podrá cuestionar jamás las excrecencias urbanas generadas por los distintos hermanamientos, por feas y raras que estas sean.

Miguel Ángel Ropero

 

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