LAS MALAS LENGUAS

- ¿Que tal D. Práxedes?

- Pues ya ves, recordando poemas, como el que decía «Volverán las oscuras golondrinas, volverán a posarse en los aleros...».

- ¡Pare, pare de recitar D. Práxedes!. Hablando de aleros, ¿se ha dado una vuelta por el Casco Viejo? Esos aleros con canes labrados, recortados en siglos pasados por el peligro de los incendios entre edificios.

- Espera, no decían que los culpables de los recortes de esos aleros fueron más de cuatro petimetres, que se creían como el licenciado vidriera que eran de cristal; y por eso caminaban por el centro de la calle, evitando la posibilidad de que les cayera una teja de los tejados.


- La verdad, sea por una causa o por otra, miramos poco hacia arriba; aunque según por que zona paseemos, está en contra de la Ley de Prevención de Riesgos el no hacerlo.

- Yo tengo pocas ocasiones de visitar el Casco Viejo, pero en alguna escapada he observado, curiosamente, que los edificios de estas calles empiezan a deteriorarse por arriba. "Las malas lenguas" dicen que hay organismos (ismos-organizados) que compran el último piso; por desidia o falta de retejado se produce la gotera, que gota a gota, y por casualidad, llega a las vigas de madera, más tarde a los muros de carga y, en un abrir y cerrar de ojos, edificios centenarios acaban con una puerta metálica y un cartel de «Peligro, ruina».

- Pero eso que me cuenta, D. Práxedes, seguro que sólo lo dicen "Las malas lenguas".

- No lo comentes, pero el otro día, aprovechando la multitud de personas que paseaban por la Glorieta y al igual que nadie echa de menos a los angelitos de las fuentes, que se fueron y parece que no vuelven; deje el pedestal y me fui a dar una vuelta por el Casco Antiguo.

- ¿Se refiere al Casco Viejo, D. Práxedes?

- Bueno, la verdad que lo vi más viejo que antiguo: entré por la Villanueva, (casas caídas, puertas cerradas), pase los portalillos y busqué el alero de la casa de los Bustamante, había desaparecido y también media casa. Si no hay aleros no hay golondrinas. Me fijé que la casa de los Orive, aunque cambiada, sigue en pie. Bajé por la calle de la Cadena hasta la casa de los Salazares, (cerrada); a la derecha, otra casa hundida y su escudo, ¿qué habrá sido de él? Miré hacia la famosa y llena de vida calle Herrerías y no vi más que desolación. Acordándome de vistosos aleros recorrí la calle Ruavieja hasta la casa de D. Fernando Blázquez, con su escudo heráldico ya muy deteriorado. ¡Que alegría!, todavía se conserva parte de ese recordado alero, en color rojo, pero está cayéndose. ¿Sabes donde está el alero que te comento?

- Creo que sí.

- Está frente a la calle Cerrada, junto a un edificio viejo-medio, perdona medio-viejo, ya que tiene portadas de medio punto junto a las últimas tecnologías en aire acondicionado. Pregunté a un viandante que parecía oriundo, ¿qué era ese edificio? Y me contesto que: donde venir a gastarnos el dinero que nos sobre después de pagar la hipoteca. No me aclaró mucho. Que pena da ver algo que se estropea, al lado de un edificio remozado, cuando nos vestimos lo hacemos de pies a cabeza y no sólo una parte del cuerpo.
   El puente de Hierro y la calle de mi apellido se complementan: así debe ser en el Casco Antiguo, no se pueden hacer recuperaciones puntuales olvidando el entorno. Luego serán "Las malas lenguas".
   No quise ver nada más y volví a subirme al pedestal con la misma discreción con que me había bajado.

- Pero ¿nadie se dio cuenta de su escapada D. Práxedes?

- Que va, si las únicas visitas que tengo son las de algún melancólico y las de D. Baldomero que, como yo, hace alguna escapada para verme. 

 

- Ahora que habla de D. Baldomero ¿qué tal esta?

- Lo veo nervioso, el otro día me comentaba que "Las malas lenguas" habían dicho que hay epidemia de caballos y que caían como moscas. 

 

- Y, ¿que esta haciendo al respecto?

- Si te fijas, lo verás sentado de vez en cuando en sus fieles leones para dejar descansar a su montura.

- Pues no vea D. Práxedes como va cambiando la finca de recreo de D. Baldomero, "La Fombera", con la creación de un nuevo complejo tecnológico. Y hablando de tecnología, creo que nos serían útiles sus conocimientos, no los políticos, sino los de Ingeniería.

- Y para hacer ¿qué? se necesitan esos conocimientos.

- Para hacer un puente y unir una isla del conocimiento con una zona de aparcamientos.

- ¿Qué isla? ¿En qué río? ¿Qué hay que conocer?

- Ya sabe que la definición de isla es el pequeño terreno rodeado de agua por los cuatro costados, pues eso mismo, pero rodeado por asfalto es lo que le sucede a la isla que le comento en Varea.

- ¿En Varea? El otro día (aunque ya sabes que no me gusta escuchar a los que vienen a sentarse en los bancos que flanquean mi pedestal), no pude dejar de oír a un grupo hablando de Varea; que siendo tan importante en tiempos de los romanos, parada obligatoria entre
Calagurris y Tritium, no hay ningún indicador para visitarla..

- Pues a eso voy, D. Práxedes, en la entrada al barrio de Varea, en una isla de asfalto sin ningún paso marcado, se puede leer 'restos romanos' (asentamiento de Varea), y ver los restos de la calzada romana, canalizaciones, bases y partes de diversas columnas; no es mucho, pero si lo suficiente para pensar en la importancia del asentamiento romano. Así que, si no hacemos el esfuerzo de facilitar la llegada a esos restos, perderemos un importante potencial turístico y cultural. Ya la carretera no tiene tanto tráfico, la mayoría pasa por la circunvalación, sería un buen momento para facilitar el acceso a los restos y darle a Varea la importancia que tiene.

- Todo se andará, ya sabes que por puentes no ha de quedar.

- No le entretengo más D. Práxedes y escuche con cuidado las buenas lenguas y también "Las malas lenguas".

FEDERICO SOLDEVILLA ÁGREDA

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