DESDE MI LIBERTAD

    No soy apolítico, pero tampoco milito en ningún partido. Como todo hijo de vecino, tengo mis prejuicios e inclinaciones viscerales, aunque intento que no me nublen mis juicios. No me sorprende, aunque me duele el clima político de rencor, tan dañino para la convivencia, que se ha agudizado tras los últimos acontecimientos políticos. Voy a analizarlos desde mi singular perspectiva de ciudadano de a pié, con la serenidad de mi convicción democrática.

 

    Solemos decir que la historia se repite, cuando nos fijamos en determinadas circunstancias y prescindimos de otras. También suele ocurrir que los rivales acaban pareciéndose, sobre todo cuando comparten una misma pasión obsesiva –en este caso la conquista del poder- que es precisamente la que les convierte en incompatibles. He recordado la primera victoria de Aznar sin mayoría absoluta y lo que muchos pensamos entonces. Más que triunfo del PP lo que hubo fue derrota del PSOE. Su prepotencia, los casos de corrupción y el GAL unidos a una bien orquestada campaña mediática en su contra propiciaron el cambio político. Y para gobernar no dudaron en aliarse con los partidos del nacionalismo periférico.

 

    La primera legislatura corrigió algunas de las equivocaciones socialistas. Se moderó la excesiva inflación económica. Mientras el PSOE era incapaz de realizar la autocrítica necesaria. Nadie asumió la responsabilidad política del error de designar a personas que fueron condenadas por los Tribunales por delitos graves de apropiación de fondos públicos. Y dirigentes y militantes de base mostraban su solidaridad con personas culpables de haber organizado y dirigido el contraterrorismo de Estado. La larga sombra del anterior líder carismático obstaculizaba cualquier intento de renovación del entonces principal partido de la oposición

 

    La segunda legislatura, esta vez con mayoría absoluta, fue ya otra cosa. De nuevo vimos la prepotencia. Se pasó a un hostigamiento de los nacionalismos catalán y vasco desde una postura de exaltación de la unidad estatal en el que reverdecía el adormecido nacionalismo español. Fracasó su intento de aprovechar la barbarie del terrorismo etarra, para reducir al PSOE vasco a un papel auxiliar para colocar a Mayor Oreja como Lehendakari. La mala gestión de la crisis del Prestige se intentó tapar con las indemnizaciones a los damnificados y culpando a la oposición de las protestas. Fueron miles los voluntarios desplazados para limpiar las playas gallegas que llevaron a sus lugares de origen el testimonio directo de lo que allí ocurrió.

 

    Pero lo que llevará a José Mª Aznar a las páginas de la historia con olvido de su restante gestión política fue su postura en la guerra de Irak. En contra de la mayoritaria opinión pública, manifestada ardientemente, rompió nuestra tradicional política exterior, y se alineó sin condiciones a las órdenes del imperio. Sólo conocemos la discrepancia del ex ministro Pimentel, el resto del partido siguió sumisamente a su caudillo. Como esto no produjo resultados demasiado visibles en las elecciones autonómicas y locales, siguió impertérrito en "sostenella y no enmendalla".

 

    Llegó la campaña electoral y desde el poder se despreciaron aquellas encuestas que anunciaban un giro en las opciones de los electores. Luego ocurrió la masacre del 11 de Marzo con la irrupción en nuestro suelo del terrorismo global. Dolor y pregunta ansiosa, ¿quién ha sido?. Se equivocan en achacar al grupo Prisa la mudanza de los electores. Se olvidan de Internet, de los medios de comunicación extranjeros y hasta de los móviles. El dolor contenido en las manifestaciones del día 12 fue convirtiéndose en una rabia sorda de desconfianza ante lo que se consideraba un ocultamiento de la verdad. Las espontáneas manifestaciones del sábado 13 reflejaban lo que iba a ser el resultado final. La euforia de muchos ciudadanos el día 15 tenía una doble causa, la pérdida del PP y el hecho de que el PSOE no tuviera mayoría absoluta. Fue un voto mayoritario de castigo y no tanto una adhesión a un programa partidista.

 

    ¿Habrán aprendido la lección los dos partidos mayoritarios?. ¿Cumplirá Rodríguez Zapatero su promesa de hacer de RTVE un órgano público independiente del control gubernamental? ¿Gobernará para todos los ciudadanos haciendo de los pactos parciales con los demás partidos y con sectores sociales virtud más que necesidad?. ¿Será capaz el PP de hacer su necesaria autocrítica?. ¿Se liberará del control de su antiguo líder y de su talante autoritario y tan poco dialogante?.

 

    Estos son los mimbres que tenemos en la actual democracia. Corregir sus defectos, exige más participación y más responsabilidades arriba y abajo. Las complicidades entre partidos y medios de comunicación son malignas para la convivencia y para la libertad de información. Los ciudadanos tenemos que aprender ni a tragarnos acríticamente todo los que nos digan ni a desconfiar absolutamente de todas las noticias. Las dos posturas conducen al mismo resultado: a ignorar la realidad. Y quien está desinformado, no puede ejercer su libertad.

 

Pedro Zabala

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