¿AÑORANZA DE LA SERVIDUMBRE?
¿Os acordáis de la novela de Delibes, LOS SANTOS INOCENTES, felizmente llevada al cine.?. Ambientada en la España de la posguerra nos narra la situación de una familia de siervos en un latifundio del sur. Las revoluciones burguesas pusieron fin al régimen de servidumbre. Proclamaron la libertad de trabajo: los siervos dejaron de pertenecer al amo que estaba obligado a a suministrarles techo y comida, aunque casi como si fuesen animales. Así surgió el proletariado, el ejército industrial de reserva del que hablara Marx, dispuesto a vender su fuerza de trabajo, a cambio de un jornal. Y empezó la también amarga situación de los jornaleros, concentrados en las plazas al amanecer esperando ser admitidos cada día al trabajo a cambio de una mísera retribución. Las luchas del movimiento obrero cambiaron en parte esa situación gracias a sus luchas solidarias. Ese esfuerzo culminó, después de la segunda guerra mundial, en ese pacto social europeo que fue el llamado Estado del Bienestar. El neoliberalismo global ha roto ese pacto. La desregulación del trabajo, la deslocalización de empresas en busca de salarios aún más bajos, el aumento de la jornada laboral, el incremento pavoroso del paro son sus efectos más visibles. ¿Se podría añorar el Antiguo Régimen con su servidumbre?. No hay marcha atrás. Es hora de optar: o la aceptación resignada del suicidio colectivo al que nos conducen o soñar otra alternativa que pasa por: la lucha esperanzada y solidaria; la superación de los miedos; la austeridad compartida; el esfuerzo global y local más allá y acá de los límites estatales; la superación del individualismo consumista; la apuesta por un desarrollo respetuoso con la naturaleza; una plataforma común de colectivos y personas en un compromiso común. Pedro Zabala Sevilla |