¿DÓNDE ESTÁ LA DEMOCRACIA?

Si democracia significa gobierno del pueblo, al que algunos añadieron  por y para el pueblo, resulta que es una bella utopía, aún no realizada. Y, sin embargo, es difícil encontrar hoy un sólo país en el mundo que no se defina como democrático, aunque su sistema de gobierno resulte de lo más tiránico.

Claro que los que más presumen de serlo, distan mucho de haber conseguido llegado a esa realidad. Empecemos por nuestra propia casa. Superada la dictadura franquista, nos dotamos de una Constitución que abre paso a la participación popular en el gobierno, a través de un sufragio universal y secreto. Cada cuatro años, nos convocan a una elecciones para que elijamos libremente (?) a nuestros representantes. ¿Entre quiénes?. Entre las listas que han preparado los partidos políticos. Listas bien cerradas. Luego, los votos emitidos se computan a través de la mecánica llamada de d´Hont y de las provincias como circunscripciones electorales que asegura a dos partidos el control de las cámaras, bien a través de la mayoría absoluta o pactando con algún partido nacionalista periférico, si no la ha conseguido. El sistema, radicalmente injusto y, en la práctica, totalmente antidemocrático, se perpetúa, porque ninguno de los partidos mayoritarios está dispuesto a flexibilizar un sistema que les garantiza el poder, continua o alternativamente.

 La perversión del sistema les lleva a que su forma de actuación, en el poder o en la oposición, está más dirigida a la conquista o conservación del gobierno que a servir a los ciudadanos. El PSOE que perdió estrepitosamente las elecciones, acaba de celebrar un Congreso para elegir al sucesor del Rodríguez Zapatero en su secretaría general. ¿Se ha enterado la opinión pública de las diferencias programáticas entre los dos candidatos a sucederle?. La lucha entre dos personas ha ocultado una serena reflexión ideológica. Ha faltado una profunda autocrítica, capaz de explicar la pérdida de cuatro millones de votos. ¿Cómo se entiende la aplastante aprobación de la gestión del Sr. Zapatero que les llevó a ese desastre?.

 Y ¿qué decir de la reformas reaccionarias emprendidas por el PP, amparado en su mayoría absoluta?. Es plausible, en mi opinión, la derogación de la reforma de la anterior ley del aborto que convertía este mal ético en un derecho en vez de ser un hecho despenalizado en ciertos supuestos graves. Pero el resto de las medidas, suponen un grave paso atrás. El rechazo a todo pacto integral en materia educativa, con su cierre ideológico. El endurecimiento de las sanciones penales, con olvido de su función rehabilitadora que consagra la misma Constitución. La eliminación de los subsidios a las energías renovables, la apuesta en cambio por el carbón y la prolongación de la vida de las obsoletas centrales nucleares, el soñar con la reactivación de la economía del ladrillo. La búsqueda del incremento del empleo, a través del abaratamiento del despido y de contratos basura. El apoyo público a la banca, empujándola a macro fusiones. Los recortes que acabarán extendiéndose a los gastos sociales: educación sanidad, dependencia...¿Será cierto que en cuanto pasen las elecciones andaluzas. tendremos que soportar una brusca subida del IVA?.

 Si elevamos nuestra mirada a la Unión Europea, el déficit democrático es, si cabe, aun más visible. Una unión de mercado que no cuenta con un gobierno económico común. Un Parlamento que no controla y unos consejos ejecutivos, designados a espaldas de los ciudadanos. Un banco central que no ejerce como tal, sino para ayudar a los bancos, o para salvar in extremis y a regañadientes, emisiones de deuda pública de los Estados miembros.  Y el caciquismo total de Merkel y Sarkozy que trata al resto como a menores de edad, menos a Londres que juega a estar, a la vez, dentro y fuera, para salvar el predominio de la City bursátil. Con el pretexto de salvar al euro, se imponen medidas draconianas de control del déficit público y exigencia total de privatizaciones. El desmantelamiento del Estado del Bienestar conseguido en los países europeos, en forma desigual, es ya una profecía a punto de cumplirse. Los mercados, o sea los grandes mercaderes, así lo han decidido. Y nuestros gobernantes, conservadores o ex-socialdemócratas se aprestan a complacerles. 

 Y si nuestra mirada se globaliza y se extiende a la Organización de Naciones Unidas, cualquier sombra de apariencia democrática se evapora. La Asamblea no tiene poderes, sino que están reservados a un Consejo de Seguridad, en el cual cinco miembros tienen derecho a veto. Son las llamadas potencias vencedoras en la segunda guerra mundial: Estados Unidos, Rusia, Inglaterra, China y Francia. Lo tienen y lo ejercen, cuando les conviene a sus intereses. USA no duda en aplicarlo para evitar las condenas del Estado de Israel por sus frecuentes violaciones del derecho internacional. Y últimamente, Rusia y China para que no se condene al régimen sirio por las masacres que comete contra su pueblo que está reclamando libertades.

 ¿Dónde está la democracia?. En el corazón y en la mente de las víctimas de las violaciones constantes de Derechos Humanos. De las que no se han resignado y han dicho basta. ¿Por qué están lejos de conseguirla?. Porque hay bastantes que, aunque no sean autores de esas violaciones, se convierten en sus cómplices, cuando cierran sus ojos y sus oídos a esas injusticias, y siguen votando a los que las perpetran o las consienten. Porque se aprovechan de las ventajas del sistema y prefieren no pensar y no complicarse la vida involucrándose en la lucha por la libertad. Es más cómodo arrellenarse en la butaca, frente al televisor y no discutir el pensamiento único que se expande por los controlados medios de comunicación.

 La historia humana no es lineal en el avance hacia mayores cotas de justicia y libertad. Ha habido avances y retrocesos. Hoy estamos en una situación crítica en que nos jugamos el suicido colectivo. La guerra, el hambre, la degradación moral, la destrucción del ecosistema que permite la misma vida humana, nos acechan. ¿Sabremos optar por la vía solidaria que permita a nuestros descendientes una vida más justa y digna?. 

Pedro Zabala Sevilla

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