JOSÉ LUIS, TODO HA FUNCIONADO MEJOR CONTIGO

Sí José Luis Inchaurralde ha sido uno de esos logroñeses que ha hecho, a  lo largo de su dilatada y comprometida vida, que todo marchase un poquito mejor de lo que en su ausencia habría sucedido. Y esto es algo grande, ya que no mucha gente ha tenido tal faceta  en su haber. Para quienes no tuvieron el gusto de conocerlo, vayan aquí algunos de sus rasgos, para los que tuvimos el placer de tratarlo, sirvan de recordatorio, para quienes lo quisimos y nos sentimos por él queridos, sirvan de pequeño homenaje.

 José Luis trabajó como funcionario del Instituto Nacional de Estadística durante toda su vida profesional, ocupó distintos puestos hasta la subdirección, haciendo funciones de delegado cuando quedaba vacante tal puesto y organizando el equipo humano que con precisión había de lograr los datos básicos para indicadores tan importantes como el IPC y otros sobre los que pivotan muchas de nuestras decisiones. Siempre insistió ante las autoridades de Madrid en que La Rioja estuviera bien representada, aunque su tamaño fuera pequeño, las estadísticas habían de tener validez y representatividad. Había que conocer la región y los datos eran básicos. Esto ahora todo el mundo lo suscribiría, pero en los sesenta y setenta del pasado siglo, esta conciencia no era común. Con sus compañeros de trabajo, aplicó sus dotes de humanidad y bonhomía como la mejor herramienta de gestión.

 En los años sesenta, preocupado con un grupo de padres por el porvenir de la educación superior en nuestra provincia,  ni corto ni perezoso, propuso una entrevista con el gobernador civil de aquel entonces. Le expusieron las dificultades para que muchas familias pudieran mandar a sus hijos fuera para estudiar y le insistieron en lo beneficioso que sería para la provincia contar con una Universidad. Puede parecer prematuro, ¿no? La respuesta tardó un poco, dado el centralismo administrativo, pero se contó con un Colegio Universitario, embrión de la Universidad de La Rioja, por cuya consecución  también habría de luchar a su debido tiempo.

 La democracia y el nuevo cambio en la organización política del Estado, también tuvieron de José Luis su contribución. En los momentos de duda, en los que había muchas opciones, entre las cuales la de quedarse quieto para no llamar la atención era muy común en los de su generación, él no lo dudó y lideró con unos pocos apoyos la idea de que La Rioja podría ser una región autónoma. Organizó actos desde la asociación de Amigos de La Rioja, presidida por su esposa, y fue incansable apelando a  conocidos para intentar que resultara ese sueño autonómico. Siempre desde la paz, la concordia y con buenas maneras, ya que su campechanía educada ha sido difícil de imitar.

 En la Sociedad Deportiva Cantabria, ahora Fundación, José Luis practicó y defendió el deporte de la pelota a pala. Fue organizador incansable de torneos infantiles y de adultos; de la cantera de sus actividades salieron los olímpicos Daniel y Juan Pablo, amén de otros que nos quedamos a bastantes pasos, pero todos disfrutando de sus consejos y obsequios de fotografías a las que era tan aficionado (más de 10.000 perfectamente clasificadas y explicadas).

 El motor de su vida es difícil decir cuál fue, pero en Jesús siempre confió. Religioso y promotor de una Iglesia que transitara hacia formas más participativas, en la cual la comunidad y no la persona en solitario fuera el eje al que Jesús aplicara su fuerza, formaban parte de su pensamiento. Esa fuerza le permitió sobrellevar las duras pruebas que afrontó en las personas más cercanas, incluso en él mismo con una enfermedad degenerativa que le postró durante sus últimos años.

A esas personas que hacen tan bien lo ordinario habría que tenerlas por ejemplo. Personas como José Luis constituyen la base de la sociedad, son el pueblo, sin el cual no habría nada y los países se hundirían, como apunta en el alegato final de Las Uvas de la Ira el gran John Steinbeck.   

Fernando Antoñanzas. 7-7-09

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